El saxofonista se presentará como parte de los shows producidos por Stgo Fusión, los que han demostrado que el jazz y el funk gozan de buena salud en Chile. Antes del concierto de Kamasi Washington el 30 de agosto, repasamos su disco más importantes Heaven and Earth.
Felipe Ramos
Instagram: @feliperamosh
Amigo de infancia y posterior colaborador de Thundercat, Kamasi Washington es uno de los líderes indiscutidos de la nueva generación de músicos de jazz psicodélico y soul cósmico de la última década. En Chile ya lo vimos en Lollapalooza, y regresará el próximo sábado 30 de agosto para presentarse en el Tiny Fest de Stgo Fusión, en uno de los conciertos más destacados de una cartelera ya recargada.
Autor de tres discos de larga duración, dos bandas sonoras y un EP, Washington dio el gran salto en 2018 con Heaven and Earth, una obra de más de dos horas que se divide en dos mitades contrastantes. “Earth” representa el mundo exterior que habita el saxofonista; “Heaven”, su universo interior. Entre ambas, un punto intermedio donde él mismo se sitúa. A la par se lanzó el EP The Choice, que funciona como una tercera parte del proyecto.
Heaven and Earth contrapone lo interno y lo externo, con un enfoque espiritual que recuerda en muchos pasajes los arreglos orquestales de What’s Going On?, de Marvin Gaye. La “ascensión” musical comienza con la adrenalínica “One of One”, con su línea de vientos hard bop, coros exuberantes y cuerdas majestuosas. Luego, en “Heaven”, se abre una obertura interestelar con “The Space Traveler’s Lullaby”, que combina una atmósfera cinematográfica con una euforia casi mágica.
Aunque Washington no es un improvisador virtuoso y suele recurrir con frecuencia a la escala pentatónica, es un notable compositor y arreglista. Esto queda claro en su versión de “Fists of Fury” (tema de la película de Bruce Lee), transformada en una pieza monumental al estilo de Curtis Mayfield. El disco alcanza su punto más alto en la recta final, con “The Psalmnist” —donde participan el trombonista Ryan Porter y un duelo de baterías entre Tony Austin y Ronald Bruner Jr., hermano de Thundercat— y “Show Us the Way”, que evoca la espiritualidad de John Coltrane.
Bonus track: Drunk, de Thundercat
Pocos esperaban que el bajista de una banda de punk-hardcore se convirtiera en un revolucionario del funk, el soul y el jazz-fusión, pero eso es precisamente lo que ocurrió con Thundercat (Stephen Lee Bruner). Desde sus días en Suicidal Tendencies, dio un salto a una carrera solista que lo ha consolidado como uno de los músicos más interesantes de la última década, gracias a cuatro discos propios y colaboraciones con artistas de la talla de Bruno Mars, Kendrick Lamar, Bootsy Collins y el recordado Mac Miller —vale la pena ver el Tiny Desk de Miller en que ambos interpretan una notable versión de “What’s the Use?”—.
Hijo de un baterista que tocó para artistas tan insignes como The Temptations, The Supremes y Gladys Knight; hermano del baterista de Suicidal Tendencies; y amigo de infancia (además de colaborador) de Kamasi Washington, Thundercat creció en un entorno musical privilegiado. No sorprende, entonces, que terminara en el centro del escenario, rodeado de músicos deseosos de tocar con él. En su disco Drunk, de 2018, participan desde leyendas del pop ochentero como Kenny Loggins y Michael McDonald, hasta raperos como Kendrick Lamar, Wiz Khalifa y Mac Miller, pasando por jazzistas soul como Kamasi Washington y la superestrella Pharrell Williams.
Editado cuatro años después de su segundo disco, Apocalypse, Drunk fluye como una conversación etílica, con un abanico de géneros que van del funk al hip hop, del jazz al pop, de la psicodelia al punk, y del R&B al soft rock y el soul. Aunque sus raíces son afroamericanas, sus estructuras abiertas apelan a todo tipo de oyente: del soul al ska, de Bad Brains a George Duke. Sus conciertos pueden ser tan intensos como una descarga punk o tan introspectivos como una meditación, siempre matizados por su falsetto aterciopelado, capaz de cantarle a su gato en “Tron Song” o de convertir el consumo de drogas en algo aparentemente cotidiano (“DMT Song” y “Oh Sheit It’s X”).
Drunk aborda los altibajos de la vida cotidiana en un recorrido por la mente de Bruner, quien mezcla humor y honestidad para decir qué está “en onda” y qué apesta. Es como hacer zapping a altas horas de la noche: 23 canciones que parten luminosas y van cayendo hacia la oscuridad. Un disco conceptual que es, en esencia, una noche de alcohol, drogas, funk y desamor.