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Neil Peart y la gracia bajo presión

Por Jorge Lagás / @cerebroatomico
Periodista y productor radial.

Se cumplió un año exacto del día negro en que murió Neil Peart, el 7 de enero de 2020. En realidad el mundo se enteró tres días después, cuando lo comunicó la familia el 10 de enero, pero en lo netamente médico, esta es la fecha en que dejó de existir físicamente uno de los mejores bateristas de todos los tiempos. O simplemente el mejor, dependiendo de los gustos.

De él y de su legado se ha hablado y escrito mucho durante estos últimos 12 meses y por ahí hay poco que se pueda agregar a estas alturas, pero lo que nunca se agota es la capacidad de disfrutar la música asombrosa que dejó en las diferentes etapas de su vida. En ese sentido, siempre es buen momento para redescubrir algunas de sus joyas que por uno u otro motivo a veces son injustamente pasadas por alto.

Es el caso del disco “Grace under pressure” de Rush, de 1984, al que le dedicamos estas líneas. Podría haber sido cualquiera, pero bueno, tenemos de aquí a la eternidad para hablar todos los 7 de enero de discos de Rush.

Inmerso en la llamada synth era (“época de los sintetizadores”) de la banda y opacado dentro de su catálogo por los títulos más emblemáticos como “Moving pictures” y “2112”, nunca llegó a ser tan aclamado como esos o como los otros monstruosos discos progresivos de los 70, pero es quizás uno de los trabajos más distintivos de toda la carrera de Rush. 

No es ni de cerca el más pesado ni el más agresivo, pero la atmósfera que construyeron en ese décimo álbum es algo muy especial. Con aires más fríos y oscuros que nunca, varias reseñas consignan que así como en “Moving pictures” y “Signals” se notaban influencias de The Police, en “Grace under pressure” da la impresión que hubieran estado escuchando mucho a The Cure. Pero sigue siendo Rush y ahí están la destreza y precisión de Alex Lifeson en la guitarra; de Geddy Lee en su bajo, sus teclados y su voz; y por supuesto de Neil Peart en su batería… y en sus letras, que están entre las más apocalípticas que se haya despachado nuestro recordado genio fallecido.

Hay reflexiones sobre los miedos de la Guerra Fría en “Distant early warning” y “The enemy within”, horrores de campo de concentración en “Red Sector A” (inspirada en los padres de Geddy Lee, sobrevivientes del Holocausto), futurismo paranoico en “The body electric” y preocupación por el medioambiente en “Red lenses”. Todo esto en un formato de canciones rápidas, ágiles y enganchadoras, desde el arranque con “Distant early warning”, que en sus melodías no pareciera estar avisando los peligros de la lluvia ácida, siguiendo con “Afterimage” y el dolor por la pérdida de un ser querido, pero haciéndolo con mucho ritmo. Y otros pasajes que son totalmente bailables, a pesar de estar cantando estremecedores hechos o sentimientos.

Se dice que este es el disco de Rush que más le puede gustar a los fans del post punk y no tanto a los que exigen un formato más guitarrero. Es cierto, seguía siendo la synth era y el terreno que estaban ocupando los sintetizadores era en desmedro de la potencia de la guitarra, pero eso no es necesariamente un problema y lo que hay es una coexistencia entre ambos elementos, coherente con el sentido que estaba tomando la música.

En definitiva, uno de los discos más subvalorados de Rush. Si ya están un poco hasta la coronilla de recordar siempre a Neil Peart con “Tom Sawyer” o los clásicos más manoseados, dense la oportunidad de volver a descubrir estas otras etapas y discos que tienen su gracia oculta.

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