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MC-5, el origen del desmadre

Por Jorge Lagás / @cerebroatomico
Periodista y productor radial.

Hay ciudades que ciertamente tienen identidad musical y una de ellas es Detroit, cuna de una buena cantidad de próceres del rock clásico, como The Stooges, Alice Cooper, Ted Nugent y Bob Seger. Una escena que entre los 60 y 70 estuvo marcada por un rock duro y explosivo y distorsionado, con exponentes que rebosaban actitud rebelde. En ese sentido una de las bandas más especiales e influyentes fue MC-5, que ya desde su nombre tributaban su lugar de origen: Motor City Five, en alusión a como se conocía a Detroit por ser el epicentro de la industria automotriz en Norteamérica: “Motor City”.

MC-5 apareció en 1968 y fue uno de los pocos grupos que en su sonido y en su estética amalgamó las premisas de dos corrientes que aparecieron después: el punk y el heavy metal. Desde el primer minuto destacaron por su dureza, su pesadez y su violencia, que a veces no era solamente en sentido figurado. En sus inicios jugó un papel importante el manager John Sinclair, un radical que lideraba el movimiento contracultural y anti-racista de los Panteras Blancas, que buscaba ser una especie de complemento blanco de los Panteras Negras. Los descubrió en una de sus demoledoras actuaciones en vivo y decidió que podían ser quienes llevarán la bandera de sus ideas antisistema, así que se ofreció como su representante y ellos aceptaron.

Luego de registrar algunos singles, el gran salto lo dan con su arrollador disco debut “Kick out the jams” de 1969, grabado en directo el año anterior y que la historia ha ubicado en un sitial de clásico imperdible para entender mucho de lo que vino después en la línea de tiempo del rock.

La fuerza, la rabia, el desenfreno, el exceso y la energía sónica plasmada en canciones como “Ramblin’ rose”, “I want you right now” o el himno que da nombre al álbum tenían poco parangón hasta entonces. Aunque venían influenciados por lo hacían colegas como Jimi Hendrix, The Who y Cream, junto a los más dementes de los años 50, como Little Richard, lo suyo era como una versión mucho más exacerbada de todos ellos. Y no apto para cualquiera. De hecho a su propia disquera, Elektra, no le gustó y los expulsaron de ahí por ser demasiado para sus filas.

También rompieron relaciones con John Sinclair, su propio manager, que caía en prisión por posesión de drogas. Encontraron nuevo sello, Atlantic, y ahí sacaron su segundo disco “Back in the USA” en 1970, producido por John Landau (conocido por sus trabajos posteriores con Bruce Springsteen). En 1971 sacaron “High time”, cada vez con menos éxito y mala relación interna, a las que el consumo de drogas poco contribuía a mejorar.

Se separaron, ya convertidos en leyenda, y de sus integrantes el mejor sobreviviente fue el guitarrista Wayne Kramer, que inició su carrera solista y tocó con varios prominentes como Johnny Thunders. El otro guitarrista, Fred “Sonic” Smith se casó con Patti Smith y murió en 1994. Wayne Kramer aún vive y estará como invitado especial en el próximo disco de Alice Cooper, “Detroit stories”, que va a lanzar en 2021 y que homenajea a la ciudad natal de ambos.

Una historia breve y maldita, pero a la que las formas más duras y salvajes del rock le deben mucho. Llámese punk, metal, garage, noise, todo eso tuvo parte de su germen en las barrabasadas de MC-5. Un deber para cualquiera que desee interiorizarse más de estas saludables corrientes.

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